domingo, 27 de febrero de 2011

HISTORIA DE UN ASESINO A SUELDO 27/02


Durante más de tres horas estuvimos hablando y riéndonos con la situación.  La gente se iba agrupando alrededor nuestra, contando también sus aventuras y desventuras en el mundo laboral. Más que un grupo de personas deseando encontrar trabajo, parecíamos una pandilla de amigos hablando de nuestras penas. Era como estar de botellón, a excepción de que el alcohol brillaba por su ausencia. 
Sobre las nueve menos cuarto comenzamos a ver llegar a los “estresados” oficinistas del paro. Cuando quise darme cuenta, habíamos alrededor de doscientas personas allí esperando. Por suerte yo me encontraba entre los diez primeros.  A cada minuto que se acercaban las nueve, más nervioso me encontraba. Desde que acabé de estudiar siempre había estado trabajando y nunca había tenido que venir aquí, miento, si vine una vez a sacarme el cartón del paro para que me pudieran dar de alta. La gente comenzaba a impacientarse y a dar empujones. Me sentía como el interior de un sándwich, envuelto por una rebanada sudorosa y otra embadurnada en colonia barata. Las nueve en punto y como una carrera de caballos, se abrieron las puertas y la gente entro a la carrera. Cuando entre pude comprobar que el sistema había cambiado un poco de cómo lo recordaba. En vez de hacer cola en una de las ventanillas, habían puesto una máquina para sacar número para cada uno de los servicios: número para sacar el cartón o sellar, otro para contrataciones, otro para información y uno para subsidios. Saque uno para información y esperé mi turno. Al cabo de un rato, salió el mío.
-         Siguiente.- dijo un hombre con cara de pocos amigos.
-         Hola, buenos días.- le dije, muy amablemente.
-         Usted dirá.
-          Pues verá usted. Vengo a echar el paró.
-         ¿A sacado el cartón?- me pregunto antes de que pudiera exponerle todo mi caso.
-         Pues no. Es que antes quisiera preguntarle…
-         Pues sin el cartón, no podemos hacer nada. Saque número y vaya usted a la primera ventanilla, y con el mismo número, vuelva usted aquí. Siguiente.
Después de un montón de horas de pasar frio y de las horas de falta de sueño que llevo encima, no podía comenzar mejor mí andadura por el mundo del parado.
Estuve casi una hora esperando para que me tocase. Todos los asientos se encontraban ocupados y tuve que esperar de píe.  Sentía las piernas cansadas y no podía parar de moverme. Nunca fui muy dado a tener paciencia. Por suerte, ahora tengo más que el santo Job.
-         El cuarenta y cinco.- dijo otro hombre.
-         Yo.-le conteste, mientras tomaba asiento.
-         Dígame. ¿En qué puedo ayudarle?
-         Pues vera, me a dicho su compañero, que para poder cobrar el paro, necesitaba el cartón.
-         ¿tiene usted hay, el certificado de empresa?
-         Pues la verdad es que no. Es que tengo un problema, la empresa ha cerrado completamente y no me lo han dado.
-         Pues sin el certificado, no puedo sacarle el cartón. Yo necesito saber si es verdad que usted está parado.
-         Pero si pone mis datos en el ordenador le tendrá que salir mi situación. Lo mismo que cuando me dan de alta en la seguridad social les sale a ustedes, cuando me dan la baja les tendrá que salir también, ¿no?
-         Pues no. Vera usted, cuando se da de alta en la seguridad social, automáticamente sale en el programa del Inen como activo, o sea que está trabajando. Pero cuando se da de baja, necesitamos cambiarlo manualmente y la única forma de saberlo a ciencia cierta es con el certificado de empresa. Lo entiende.
Aquello me parecía de lo más absurdo. Los políticos se jactan de decirnos que es la era de los ordenadores y que gracias a ellos, todo era mucho más fácil.
-         Pero si no lo tengo, ¿Cómo puedo sacármelo?- le dije algo nervioso.
-         Entre usted y yo, se lo voy a dar. Le pondré aquí como demandante de mejora de empleo. No sé si esto le servirá de algo para cobrar el paro, pero por lo menos el estúpido de información le atenderá. Es que no puedo ni verlo. Lo han traído de Granada para aumentar la plantilla, pues no damos abasto, y es un gilipollas de mucho cuidado; tanto con la gente, como con sus compañeros.  Pero si lo puede conseguir, tráigamelo, ¿de acuerdo?
-         Muchísimas gracias.
El hombre se portó bastante bien. Mientras que actualizaba mis datos, me contó que todo aquello no era más que un plan político. Cuando hacen sondeos sobre el paro, la gente que no trae el certificado de empresa, a efectos del Inen, siguen trabajando y así salen menos parados. También los que hacen cursos no remunerados, se les dan de alta y así bajan algo las cifras del paro. Qué bonito es ser un mentiroso con traje y corbata y que además la gente te vote, te paguen por ello y que además puedas manipular a tu antojo las leyes para tu propio beneficio y los de tu partido.
-         Pues aquí lo tienes. Toma también este número, y vuelve a la ventanilla de información.- me dijo el hombre, mientras que me daba el cartón.
-         Muchísimas gracias y que tenga un buen día.
-         De nada…¡Número cuarenta y seis!
Por suerte, solo tuve que esperar a dos personas que se encontraban delante de mí. Vamos, otra media hora dando vueltas en aquella sofocante oficina.
-         Siguiente.- volvió a decir el hombre con la cara de simpático.
-         Buenos días.- le volví a repetir.
-         Que es lo que quiere.
-         Pues vera, quiero cobrar el paro y…
Antes de poder explicarle lo que me había sucedido, aquel granadino se giro hacia atrás y cogió una carpeta llena de papeles y me la puso delante.
-         Tiene usted que rellenar estos papeles y traérmelos. Además necesito fotocopia del carnet de identidad, del de la seguridad social, etc, etc. Aquí tiene escrito lo que tiene que traer. Lo tiene que entregar en un plazo no superior a quince días desde que finalizó el contrato. ¡Siguiente!
-         Espere un segundo, tengo que preguntarle algo.
-         Pero dese prisa, que hay muchísima gente esperando.
La verdad es que nunca había dado con un tío tan borde en mi vida. Sólo con mirarlo a la cara, se podía ver lo amargado de debía de estar. La cosa es muy simple, cuando tienes un puesto fijo, y sobre todo en cualquier cosa de la administración, te da igual ya ser agradable o competente en tu puesto, sabes que hagas lo que hagas (siempre que no sea algo muy gordo), tu sueldo lo cobras igual y que de ahí, ya no te echan.
-         Esto es lo que me pasa. La empresa me a puesto en la calle de la noche a la mañana. No tengo ningún papel de los que aquí se piden, porque las oficinas las tienen cerradas e intervenidas por la policía. Ni el certificado de empresa, ni las últimas nóminas… ¿Qué es lo que puedo hacer entonces para poder cobrar el paro?- le pregunte, poniendo mi mejor cara de pena.
-         En ese caso, vaya usted a las oficinas de la seguridad social y ellos le podrán informar de algo. ¡Siguiente!
No le dije nada. Me levante, cogí la carpeta con los papeles y me fui todo cabreado hacia la salida. Si eso me lo hubiera dicho ahora, le habría arrancado la cabeza con mis propias manos. Que personaje más desagradable para estar de cara al público, y es que en la viña del señor, tiene que haber de todo.
Después de haber perdido casi toda la mañana y de encontrarme cansado por el madrugón, me dirigí hacía la seguridad social. De camino, iba pensando en mis cosas cuando me topé con mi amigo Daniel.
-         Toni, amigo mío. Menos mal que te encuentro. He estado en tu casa y tu mujer me había dicho que estabas en el Inen. Tengo que hablar contigo urgentemente.
-         Ahora mismo no puedo pararme. Tengo que ir a la seguridad social a ver qué solución me dan, y tú deberías hacer lo mismo. No sé si te abras enterado que han intervenido las oficinas. Algo gordo a pasado en la empresa, pues había mucha policía.
-         De eso mismo quería hablarte. Sera mejor que vayamos a tomarnos un café y te lo explico. Cuando te lo cuente, no te lo vas a creer lo que el hijo de puta de Francisco, nos a echo a todos.- me dijo, con cara de preocupación.

lunes, 21 de febrero de 2011

HISTORIA DE UN ASESINO A SUELDO 21/02

Cuando eran casi las 4 y media, decidí no continuar en la cama y dirigirme al Inen.
-         ¿Ya te vas, cariño?- me dijo mi mujer medio adormilada.
-         Si. No puedo dormir y ya son casi las 5. Es una tontería que me espere. Anda, vuélvete a dormir.
-         ¿Me levanto y te pongo un café?
-         No te molestes. Insisto, quédate acostada y descansa.- le dije mientras le besaba la frente.
-         Bueno, cariño. Que tengas suerte. Ya verás como hoy nos sale algo a los dos y volveremos a estar bien.
-         Claro que sí, mi vida.- le respondí, mientras salía de la habitación para vestirme, pues no quería encender la luz y que mi mujer se desvelara.
Una vez que ya estuve vestido, salí por la puerta y con sumo cuidado cerré la puerta intentando hacer el menor ruido posible, pues mis hijos seguían durmiendo profundamente y no quería que se despertaran.
Hacía un frio que pelaba en la calle. La temperatura a esas horas se encontraban por debajo del 0, o por lo menos así lo indicaba el cartel luminoso de una farmacia. Como hacía tanto frio, decidí ir dando un paseo, así por lo menos cogería algo de calor. Las calles de Priego se encontraban desiertas y en silencio. De vez en cuando, algún gato o perro callejero rompía la tranquilidad de la noche, aullando a la luna o maullando por el celo. Durante el camino, las ráfagas de aire helado me abofeteaban la cara. Con medio cigarrillo colgando de mis labios y con las manos metidas en los bolsillos, me dirigía a paso ligero hacía mi destino, el paro.
Cuando llegue al Inen, ya había unas cuantas personas esperando. Era como ver a los fans, cuando quieren una entrada para un concierto. Algunos de ellos se encontraban durmiendo en sacos, otros sentados en unas sillas y alrededor de una mesa de campin, tomaban de un termo lo que parecía café; mientras que charlaban de sus cosas. Otros como yo, habíamos tenido la misma idea, el llegar 4 horas antes de que abrieran para coger un buen sitio. Que maldita pérdida de tiempo, pues de siempre es sabido, que los del inem no encuentran trabajo. Leí un artículo en un periódico, que de las oficinas del paro, solamente llaman a un 2 porciento para cubrir vacantes, el 98 porciento encuentran el trabajo por su cuenta. Esa oficina sólo sirve para averiguar papeles y muchas veces ni bien.
-         ¿Cuánto tiempo llevas en paro?-me pregunto un hombre, mientras que me ofrecía un vaso con café.
-         Muchas gracias. Pues la verdad es que hoy será mi primer día. Siempre que no tenga ningún problema, pues la empresa en la que trabajaba, no me ha dado ningún papel. Pero como hoy en día todo está conectado con las demás administraciones, mi situación les debe de salir en el ordenador. - le dije al hombre.
-         Pues puedes considerarte afortunado. Yo ya he consumido el paro. Todos los días vengo temprano y espero a que abran para ver si hay algo de lo mío, o ya puestos, de cualquier cosa. Así llevo ya dos semanas, viniendo a las 12 de la noche para ser uno de los primeros.-
-         ¿Y en qué trabajaba usted?, si se puede preguntar, claro.- le pregunte a aquel hombre, el cual me sonaba mucho y no sabía donde lo había visto antes.
-         Claro que si, amigo. Yo era uno de los fundadores   de la constructora Nueva Vida S.A. Fue una de las primeras en caer con el comienzo de la crisis. Antes de cerrar, teníamos pendiente la construcción de más de 200 pisos de lujo, los cuales nunca llegaron a ver la luz. La compra del terreno para construirlos, nos dejo con la soga al cuello y los bancos nos cortaron el grifo de la noche a la mañana. Fuimos unos avariciosos. Con esto del boom inmobiliario, invertimos todo nuestro capital en la construcción de los pisos, de los cuales pensábamos sacar una buena tajada. No lo vimos venir y nos estallo la burbuja en plena cara. Todo nuestro dinero fue a parar para un terreno, el cual sin las viviendas, no valía nada. Tuvimos que poner de patitas en la calle a los cientos de albañiles que trabajaban para nosotros e indemnizarlos como marca la ley, pues casi todos eran fijos. Con la venta del terreno, que tuvimos que venderlo por cuatro duros, la devolución de todo el material de nuestros almacenes y con lo que teníamos los socios, pudimos reunir todo el dinero para sanear todas las cuentas pendientes.  Por lo menos, todo quedo saldado y no le debíamos nada a nadie. Así que después de cerrar la empresa que fundamos y de quedarnos sin nada, encima tengo que estar agradecido de no deber nada a nadie. De esto ya hace casi un año y desde entonces no encuentro nada en lo que trabajar. Por suerte estoy soltero y la casa la tengo pagada entera, que si no. Pero cuando se me acabe la poca ayuda que recibo, no sé de donde sacaré el dinero para comer, vestirme o pagar la luz, la cual encima, subirá a principios de año. Si es que tenía que haberle hecho caso a mí madre. Cuando era pequeño, ella siempre me decía que: Todos los huevos no pueden ir en la misma canasta, pues si se te cae, lo perderás todo de golpe. La filosofía popular es de lo más sabía. En fin, ¿Cuál es tu historia?- me dijo el hombre, mientras me ofrecía un cigarro, el cual acepte.
-         Mi mujer y yo, siempre hemos estado los dos trabajando desde que nos conocimos. Con lo primero que juntamos dimos la entrada para un piso de protección oficial, el cual era de su empresa (de ahí que me sonara ese tipo, le compre el piso a él). Cuando paso un año de tenerlo, tuvimos a nuestra niña, Verónica y un año después, tuvimos a nuestro segundo hijo Daniel. Durante 6 años solamente trabajaba yo y ella se quedaba criando a los dos. En cuanto la niña cumplió los 8 y su hermano 7, volvió mi mujer a trabajar en un asilo. Como ya entraban dos sueldos, y viendo que había mucho trabajo, decidimos que ya era hora de disfrutar de la vida y de los niños, así que no parábamos de gastar. Todo lo que siempre habíamos querido hacer, lo hacíamos. Como siempre quise lo mejor para mí familia y trabajo nunca me había faltado, nos fundíamos casi todo en divertirnos y ahorrábamos muy poco. Y ahora la empresa en la que trabajaba, encima de que me deben todavía una pasta, me a despedido. Pero lo más gracioso es que ayer vi como las oficinas estaban precintadas por la policía, por una supuesta estafa. Vamos, que seguro que no cobro lo que me deben. Y aquí estoy, intentando entrar para poder echar los papeles del paro o encontrar algo. No quiero que este año mis niños se queden sin reyes, después de que el año pasado les regalamos todo lo que quisieron. Mira que mi mejor amigo me lo advirtió y en vez de hacerle algo de caso, decidí gastar todavía más para que viera que estaba equivocado. Pero que imbécil fui.

domingo, 13 de febrero de 2011

HISTORIA DE UN ASESINO A SUELDO 13/02

-         Anda ya, Daniel. Como va hacernos eso Francisco. Seguramente le habrá pasado algo. Lo más probable es que se encuentre en el banco o de papeleos.- le dije a mi amigo, intentando tranquilizarlo.
-         ¿Pero tú eres tonto o qué? Despierta de una puta vez y deja de pensar que todo el mundo es bueno. Este no la ha jugado. Ahora mismo llamo a Rafa el del sindicato y que ellos sepan de lo que nos está pasando.-
Llevo casi toda mi vida conociendo a Daniel, y nunca lo vi más iracundo como aquel día. Pero como siempre, llevaba razón.
Después de esperar casi tres horas y viendo que nadie aparecía, decidí ir a las oficinas del Inen. Había una cola de más de 100 personas delante de mí. Las horas pasaban y la maldita cola no avanzaba casi nada. No pude entrar ese día.
A la mañana siguiente y después de mi segunda noche casi sin dormir, me dirigí de nuevo hacía el Inen. Aunque me presente una hora antes de que abrieran, ya había una cola de gente de aúpa. Una hora, dos, tres, cuatro… otra vez igual. Me quede a las puertas. Supuse que si quería entrar, tendría que volver de madrugada. La verdad es que no me costaría, pues llevaba dos noches casi sin pegar ojo y esa noche seguro que no iba a ser diferente. Al marcharme de allí, volví a pasar por la fábrica. Las oficinas se encontraban acordonadas por la policía. Varios agentes sacaban de su interior archivadores, ordenadores y muchos papeles. Me acerqué a un oficial para preguntarle lo que ocurría.
-         Buenas tardes, agente. ¿Le importaría decirme lo que ocurre?
-         Vera usted. Se trata de una investigación por fraude y estafa. No puedo decirle más.
-         Muchas gracias.- dicho esto, me alejé de allí.
El mundo se me vino encima. ¿Podría ser verdad lo que Daniel me dijo? Esperaba que no. Siempre había sido una persona que pensaba en que si uno se porta bien con la gente, la gente se portará bien contigo.
 De camino hacía mi casa, pensaba en cómo se me estaba complicando la cosa. Hace dos días me encontraba trabajando y en este momento, me encontraba parado y sin dineros. Por lo menos cobraría el paro mientras que me saliera otro trabajo. O por lo menos eso pensaba. La vida da muchas vueltas y no siempre salen las cosas como uno piensa.
Cuando llegue a mi casa, la comida ya estaba puesta sobre la mesa y mi familia me esperaba sentada alrededor para empezar a comer.
-         Papa, papa. Por fin has llegado, me estaba muriendo de hambre. Qué bien, ya podemos empezar a comer.- me decía mi niña, mientras que me colmaba de besos.
-         Que, ¿has podido averiguar algo en el Inen?, cariño.- me pregunto mi mujer, mientras me llenaba un vaso con refresco de cola.
-         La verdad es que me ha pasado como ayer. Las colas estos días son interminables. Mañana iré a las 5 de la madrugada a coger sitio, sino no me dará tiempo.- le decía mientras que cogía un trozo de pan.
-         ¿Tan pronto?
-         Si. Allí hay gente desde las seis haciendo cola. Si no voy antes, me volverá a pasar lo de hoy, que me den con la puerta en las narices. Y cuanto antes pueda echar los papeles, antes cobraré. Por cierto, ¿has mirado en el banco si me han ingresado la última nómina?
-         Fui esta mañana, cuando salí de recoger las notas de los niños y no habían ingresado nada.
-         Ha, ¿ya les han dado las notas? , qué, abran salido buenas.
-         Son las mejores de toda su clase, que me lo han dicho sus maestros, tanto las de la niña como las del niño.
-         Papa, yo he sacado todo notable.- me dijo el pequeño.
-         Y yo papa, he sacado casi todo notable y un sobresaliente.- me dijo la mayor.
-         Estoy súper orgulloso de los dos. Luego si os portáis bien, saldremos a dar una vuelta por el centro, que me han dicho que hoy es cuando encienden las luces.
-         Bieeeeeeeeeeeeeeeeen.- me gritaron los dos a coro.
-         Entonces papa, si este año que hemos sacado muy buenas notas mi hermana y yo, los reyes magos se portaran como el año pasado, ¿no?- me dijo el pequeño con los ojos abiertos como platos.
A mi casi se me cayó el alma al suelo. El año pasado como nos iba bien la cosa, los colmamos de casi todo lo que pidieron, pero este año…
-         Ya veremos.- fue lo único que les pude contestar.
Durante toda la tarde, me dedique a buscar trabajo a través de internet. Miles de páginas anunciaban cursos milagrosos, los cuales una vez realizados, te salían los trabajos por las orejas y con unos sueldos de escándalo. En los portales de trabajo las ofertas eran escasas y muy solicitadas. Eres la visita número 10000 que vio este anuncio o hay 1000 demandantes para este puesto, así en casi todas las páginas. Lo único que conseguí aquella tarde infructuosa, fue el deprimirme más. Las horas pasaban y los ojos comenzaron a lagrimearme, debido a pasar tanto tiempo leyendo en la pantalla del ordenador.  Mande miles de currículos a todas las ofertas con la vana esperanza de que de alguno me respondiera. Siempre había dicho que la esperanza era lo último que se pierde.
Después de volver de dar un paseo con mi familia, decidí acostarme de inmediato. Vueltas y más vueltas en la cama, fue lo único que conseguí aquella noche. La situación en la que me encontraba hacía que mi cabeza no parara de buscar algún tipo de solución. El paro, una palabra que cualquier padre de familia le teme. El saber que mi familia podía pasar penurias en un futuro no muy lejano, hacía que no pudiera pegar ni ojo. Bueno, por lo menos podre traer algo de dinero, si cobro el paro, tendré algunos meses de margen para buscar algo y seguramente la situación abra mejorado, pensaba.