Durante más de tres horas estuvimos hablando y riéndonos con la situación. La gente se iba agrupando alrededor nuestra, contando también sus aventuras y desventuras en el mundo laboral. Más que un grupo de personas deseando encontrar trabajo, parecíamos una pandilla de amigos hablando de nuestras penas. Era como estar de botellón, a excepción de que el alcohol brillaba por su ausencia.
Sobre las nueve menos cuarto comenzamos a ver llegar a los “estresados” oficinistas del paro. Cuando quise darme cuenta, habíamos alrededor de doscientas personas allí esperando. Por suerte yo me encontraba entre los diez primeros. A cada minuto que se acercaban las nueve, más nervioso me encontraba. Desde que acabé de estudiar siempre había estado trabajando y nunca había tenido que venir aquí, miento, si vine una vez a sacarme el cartón del paro para que me pudieran dar de alta. La gente comenzaba a impacientarse y a dar empujones. Me sentía como el interior de un sándwich, envuelto por una rebanada sudorosa y otra embadurnada en colonia barata. Las nueve en punto y como una carrera de caballos, se abrieron las puertas y la gente entro a la carrera. Cuando entre pude comprobar que el sistema había cambiado un poco de cómo lo recordaba. En vez de hacer cola en una de las ventanillas, habían puesto una máquina para sacar número para cada uno de los servicios: número para sacar el cartón o sellar, otro para contrataciones, otro para información y uno para subsidios. Saque uno para información y esperé mi turno. Al cabo de un rato, salió el mío.
- Siguiente.- dijo un hombre con cara de pocos amigos.
- Hola, buenos días.- le dije, muy amablemente.
- Usted dirá.
- Pues verá usted. Vengo a echar el paró.
- ¿A sacado el cartón?- me pregunto antes de que pudiera exponerle todo mi caso.
- Pues no. Es que antes quisiera preguntarle…
- Pues sin el cartón, no podemos hacer nada. Saque número y vaya usted a la primera ventanilla, y con el mismo número, vuelva usted aquí. Siguiente.
Después de un montón de horas de pasar frio y de las horas de falta de sueño que llevo encima, no podía comenzar mejor mí andadura por el mundo del parado.
Estuve casi una hora esperando para que me tocase. Todos los asientos se encontraban ocupados y tuve que esperar de píe. Sentía las piernas cansadas y no podía parar de moverme. Nunca fui muy dado a tener paciencia. Por suerte, ahora tengo más que el santo Job.
- El cuarenta y cinco.- dijo otro hombre.
- Yo.-le conteste, mientras tomaba asiento.
- Dígame. ¿En qué puedo ayudarle?
- Pues vera, me a dicho su compañero, que para poder cobrar el paro, necesitaba el cartón.
- ¿tiene usted hay, el certificado de empresa?
- Pues la verdad es que no. Es que tengo un problema, la empresa ha cerrado completamente y no me lo han dado.
- Pues sin el certificado, no puedo sacarle el cartón. Yo necesito saber si es verdad que usted está parado.
- Pero si pone mis datos en el ordenador le tendrá que salir mi situación. Lo mismo que cuando me dan de alta en la seguridad social les sale a ustedes, cuando me dan la baja les tendrá que salir también, ¿no?
- Pues no. Vera usted, cuando se da de alta en la seguridad social, automáticamente sale en el programa del Inen como activo, o sea que está trabajando. Pero cuando se da de baja, necesitamos cambiarlo manualmente y la única forma de saberlo a ciencia cierta es con el certificado de empresa. Lo entiende.
Aquello me parecía de lo más absurdo. Los políticos se jactan de decirnos que es la era de los ordenadores y que gracias a ellos, todo era mucho más fácil.
- Pero si no lo tengo, ¿Cómo puedo sacármelo?- le dije algo nervioso.
- Entre usted y yo, se lo voy a dar. Le pondré aquí como demandante de mejora de empleo. No sé si esto le servirá de algo para cobrar el paro, pero por lo menos el estúpido de información le atenderá. Es que no puedo ni verlo. Lo han traído de Granada para aumentar la plantilla, pues no damos abasto, y es un gilipollas de mucho cuidado; tanto con la gente, como con sus compañeros. Pero si lo puede conseguir, tráigamelo, ¿de acuerdo?
- Muchísimas gracias.
El hombre se portó bastante bien. Mientras que actualizaba mis datos, me contó que todo aquello no era más que un plan político. Cuando hacen sondeos sobre el paro, la gente que no trae el certificado de empresa, a efectos del Inen, siguen trabajando y así salen menos parados. También los que hacen cursos no remunerados, se les dan de alta y así bajan algo las cifras del paro. Qué bonito es ser un mentiroso con traje y corbata y que además la gente te vote, te paguen por ello y que además puedas manipular a tu antojo las leyes para tu propio beneficio y los de tu partido.
- Pues aquí lo tienes. Toma también este número, y vuelve a la ventanilla de información.- me dijo el hombre, mientras que me daba el cartón.
- Muchísimas gracias y que tenga un buen día.
- De nada…¡Número cuarenta y seis!
Por suerte, solo tuve que esperar a dos personas que se encontraban delante de mí. Vamos, otra media hora dando vueltas en aquella sofocante oficina.
- Siguiente.- volvió a decir el hombre con la cara de simpático.
- Buenos días.- le volví a repetir.
- Que es lo que quiere.
- Pues vera, quiero cobrar el paro y…
Antes de poder explicarle lo que me había sucedido, aquel granadino se giro hacia atrás y cogió una carpeta llena de papeles y me la puso delante.
- Tiene usted que rellenar estos papeles y traérmelos. Además necesito fotocopia del carnet de identidad, del de la seguridad social, etc, etc. Aquí tiene escrito lo que tiene que traer. Lo tiene que entregar en un plazo no superior a quince días desde que finalizó el contrato. ¡Siguiente!
- Espere un segundo, tengo que preguntarle algo.
- Pero dese prisa, que hay muchísima gente esperando.
La verdad es que nunca había dado con un tío tan borde en mi vida. Sólo con mirarlo a la cara, se podía ver lo amargado de debía de estar. La cosa es muy simple, cuando tienes un puesto fijo, y sobre todo en cualquier cosa de la administración, te da igual ya ser agradable o competente en tu puesto, sabes que hagas lo que hagas (siempre que no sea algo muy gordo), tu sueldo lo cobras igual y que de ahí, ya no te echan.
- Esto es lo que me pasa. La empresa me a puesto en la calle de la noche a la mañana. No tengo ningún papel de los que aquí se piden, porque las oficinas las tienen cerradas e intervenidas por la policía. Ni el certificado de empresa, ni las últimas nóminas… ¿Qué es lo que puedo hacer entonces para poder cobrar el paro?- le pregunte, poniendo mi mejor cara de pena.
- En ese caso, vaya usted a las oficinas de la seguridad social y ellos le podrán informar de algo. ¡Siguiente!
No le dije nada. Me levante, cogí la carpeta con los papeles y me fui todo cabreado hacia la salida. Si eso me lo hubiera dicho ahora, le habría arrancado la cabeza con mis propias manos. Que personaje más desagradable para estar de cara al público, y es que en la viña del señor, tiene que haber de todo.
Después de haber perdido casi toda la mañana y de encontrarme cansado por el madrugón, me dirigí hacía la seguridad social. De camino, iba pensando en mis cosas cuando me topé con mi amigo Daniel.
- Toni, amigo mío. Menos mal que te encuentro. He estado en tu casa y tu mujer me había dicho que estabas en el Inen. Tengo que hablar contigo urgentemente.
- Ahora mismo no puedo pararme. Tengo que ir a la seguridad social a ver qué solución me dan, y tú deberías hacer lo mismo. No sé si te abras enterado que han intervenido las oficinas. Algo gordo a pasado en la empresa, pues había mucha policía.
- De eso mismo quería hablarte. Sera mejor que vayamos a tomarnos un café y te lo explico. Cuando te lo cuente, no te lo vas a creer lo que el hijo de puta de Francisco, nos a echo a todos.- me dijo, con cara de preocupación.