lunes, 31 de enero de 2011

HISTORIA DE UN ASESINO A SUELDO- 31/01


Cuando llegué a mi casa, le conté a mi mujer toda la conversación que habíamos mantenido Daniel y yo.
-         Pues Daniel piensa que pronto todo se va ir al carajo. Que todo el trabajo se va acabar de golpe.- le dije a mi mujer.
-         Hombre Toni, parece mentira que no conozcas a tú amigo. Sabes que siempre a sido muy pesimista, pero esta vez creo que puede llevar razón.- me replico mi mujer, mientras preparaba las maletas.
-         Ya lo que me faltaba. Tú defendiéndolo. Mira Mercedes, como yo lo conozco mejor que tú, como bien dices, se que todo lo que dice es solo por esa maldita apatía que tiene, la cual le hace pensar siempre que va a ir algo mal cuando las cosas le salen bien. Cuando de chicos estuvimos en la escuela, siempre me decía que octavo de EGB era tan difícil que nunca aprobaría. Luego cuando estábamos a punto de acabar bachillerato, me volvió a decir que no aprobaría el último curso y cuando lo acabamos y decidimos trabajar en vez de seguir estudiando, al poco tiempo de estar en la fábrica de cemento, ya pensaba en que nunca subiría la empresa y acabaríamos en el paro. Y cuando la empresa está generando beneficios, creando más puestos de trabajo y expandiéndose por el mundo, va y me dice que la construcción se va ir a pique por culpa de los bancos. De verdad que este hombre a veces me saca de mis casillas.
-         Solamente digo, cariño, que pueda que esta vez tenga algo de razón. Últimamente se están poniendo los precios de las viviendas por las nubes y la gente cada vez más hipotecada. Si no fuera por los dos sueldos que entran a esta casa, sólo podríamos pagar la hipoteca y poco más.
-         Tonterías. Si alguno perdiera su trabajo, rápidamente encontraríamos otro. Anda que no me han pedido veces la empresa de Cementolux que me vaya con ellos, que incluso me pagan más. Pero le he dicho que no. Que donde estoy llevo 6 años y que estoy muy a gusto. Pero dejemos este tema. ¿Cuándo trae tu madre a los niños?
-         Me dijo que para las nueve de la noche estarían aquí. Así nos daría tiempo para preparar todo para mañana.
-         Bien, ¿y cuando les dan las vacaciones de navidad?
-         La semana que viene es la última. Después tendrán tres semanas sin escuela.- me contestó terminando de cerrar las maletas.
-         Si has acabado, dámelas que las bajo al coche. Veras que bien lo pasamos mañana y la cara de felicidad que pondrán los niños cuando vean toda esa nieve.- le dije, dándole un beso en la mejilla. Y acto seguido, me dirigí hacía el coche para guardar el equipaje.
Después de dos increíbles días en la sierra, la vida siguió igual. Trabajando y descansando los fines de semana. Estaba deseando que llegaran las fiestas y poder desconectar un poco.
 Cuando nos dieron las vacaciones, pasaba casi todo el tiempo con mis niños y mi mujer, los cuales tenía un poco desatendidos. Como los dos trabajábamos, la mayor parte del tiempo los niños tenían que estar en casa de mi suegra o en la de mi madre, ambas cumpliendo con su función de abuelas. Aquella navidad fue una de las mejores que había tenido en toda mi vida. Estuvimos haciendo las cosas que durante el año íbamos posponiendo: ir al cine, salir al campo, hacer algo de turismo de interior, visitar a los parientes lejanos… La verdad es que gastamos mucho, pero que importaba, estando los dos trabajando nos lo podíamos permitir. Así que empezó el año nuevo y 2008 había sido un buen año para todo el mundo. Al poco tiempo fue el día de reyes. Ese día echamos el resto de la carne en el asador. Como mis pequeños habían sacado muy buenas notas, los reyes magos se portaron, trayéndoles todo lo que habían pedido y un poco más. La vida no nos podía ir mejor, o eso pensaba yo.  Cuando acabó Enero, todo empezó a ir mal. Al principio, nuestra empresa, comenzó a pagarnos el día 10, cuando lo normal era cobrar el día 1 o 2 lo más tardar. Luego empezaron a reducir plantilla. Y cuando acordemos, era ya finales de Julio, y la empresa nos debía ya dos meses.   
-         Toni, tengo que decirte una cosa y seguramente no te va a gustar.- me dijo Daniel, mientras que le asestaba una dentellada a su bocadillo.
-         Joder Daniel, ¿es qué me vas a dar el desayuno? Entre tú y la empresa me vais a producir una úlcera. Tú como siempre no puedes dar buenas noticias.- le comenté.
-         Me da igual que te enfades. Tarde o temprano, te vas a enterar.- me contestó.
-         Venga y dime cual es la mala noticia. Que este año no hay vacaciones, o que nos van a reducir las horas de trabajo. Sinceramente, me espero cualquier cosa.
-         Veras, ayer tuvimos una reunión con el consejo administrativo. Yo, como el enlace entre el sindicato y los trabajadores acudí en nuestra representación. Las cosas no pintan nada bien. Después de más de dos horas de reunión, se llegó a la conclusión de que si seguíamos así, tendríamos que cerrar.
-         ¿Pero eso como va a ser posible? Nuestra empresa es una de las mayores distribuidoras de cemento del país. Vale que estamos pasando una deceleración económica, pero de eso a tener que cerrar, me parece una autentica locura.- le dije con la cara desencajada.
-         No hagas caso a lo que dice el gobierno, esto es una crisis y de las gordas. Los bancos han cortado el grifo, la gente ya no compra casas, la construcción se ha venido abajo y para colmo, no nos pagan.
-         Pero si nuestros mayores clientes son los ayuntamientos. No me digas que el gobierno es un moroso.
-         Uno de los mayores. Nos pagan de tres a seis meses. Los vales de pago, ya no nos sirven en los bancos y nuestros proveedores nos acosan.
-         ¿Pero no existe un seguro para ese tipo de cosas?
-         Sí, pero nuestro banco se ha negado a renovarlo. Mira tú qué cosas, después de más de treinta años trabajando con él, ahora dice que como están las cosas no se fían de que los puedan cobrar. Ya ves tú, casi todos los vales son de la administración.
-         ¿Y las empresas del extranjero?
-         Están todas cerradas. Escúchame bien amigo mío, como la espada de Damocles, es sólo cuestión de tiempo que nos den la puntilla. Y ahora volvamos al curro, que ya se ha acabado la hora del bocadillo.
Aquellas palabras fueron como un jarro de agua fría. Daniel tenía razón y no tarde mucho tiempo en darme cuenta.

martes, 18 de enero de 2011

HISTORIA DE UN ASESINO A SUELDO

Mi nombre es Toni Hidalgo, y mi profesión es de asesino a sueldo. Yo nunca había matado a nadie y menos por dinero, hasta que sufrí la gran crisis del 2009.
Todo empezó a finales del 2008. Como mucha gente, me encontraba trabajando y viviendo más o menos bien.
-         He, Toni. ¿Sabes que he oído por ahí, que los bancos están teniendo problemas?- me dijo uno de mis compañeros de trabajo.
-         Eso no puede ser, estuve viendo el telediario ayer y salió los resultados de los beneficios y todos los bancos habían ganado por encima de los 500 millones de euros. Si eso es tener problemas, ya me gustaría tenerlos para mí.
-         No es eso, resulta que se están dando muchos créditos sin control y hay bastante gente que no pueden devolverlos y esto a la larga, nos acabara afectando.
-         Mira, Daniel. Yo sé que con esto del Euribor, los plazos de las hipotecas han subido bastante, lo admito, pero hay mucho trabajo. Mírame a mí, mi mujer y yo estamos trabajando y como yo hay mucha más gente que trabajan los dos y eso, son dos sueldos entrando a una casa. Un sueldo lo dejamos sólo para pagar y con el otro lo utilizamos para poder disfrutar algo de la vida. Eso sí, siempre hay que guardar algo por si acaso.
-         Tú dirás lo que quieras, pero esto tendrá que reventar por algún lado. Lo que no puede ser es que todo este subiendo, a excepción de los sueldos. Tú puedes creerte que el otro día fui a preguntar a una inmobiliaria para comprar un piso para mi novia y yo, y uno de 60 metros cuadrados, a medía hora de aquí y costaba 160000 euros, y de ahí para arriba. Y lo mejor de todo, es que el banco me da el dinero, pero a 30 años y pagando una burrada todos los meses.
-         Pues mira, como cualquier español. Si quieres una vivienda, eso es lo que hay.
-         Sí, pero esos mismos pisos, costaban hace un año 90000. Y la gente estaban haciendo cola para pillarse uno cuando yo fui a preguntar. Eso no es bueno, te lo digo yo. Una cosa no puede doblar su precio en menos de un año, y para colmo todo el mundo está invirtiendo en ladrillo. ¿Te acuerdas de Mario?, aquel hombre que estuvo trabajando con nosotros todo un año.
-         Si que me acuerdo. Era ese bajito y muy moreno que manejaba el torillo. Aquel hombre mayor que no le gustaba hablar mucho.
-         El mismo. El otro día me lo encontré por el centro. Iba vestido con traje y corbata y muy engominado. Me paré con él y le pregunté por cómo le iba. Me dijo que ahora era constructor y que las cosas le estaban yendo muy bien.
-         Pero si no sabía ni casi leer.
-         Pues para que veas. Estuvimos hablando un buen rato y me contó que vendió su casa por más del doble que le costó. Luego con ese dinero compro un solar y construyó 10 pisos que vendió por una pasta. Y ahora, ha vuelto a comprar más solares y a construir más. De hablar poco, ahora habla hasta por los codos. Y no veas lo prepotente que se ha vuelto.
-         Mejor para él. Siempre fue un estúpido con dineros y sin ellos. Yo prefiero vivir tranquilo en compañía de mi mujer y de mis dos hijos. Mientras tenga para poder vivir y criar a mis pequeños diablillos, lo demás no me importa. No se necesita tanto para ser feliz.
-         Tú dirás lo que quieras, pero todo el mundo se está metiendo en construir, y eso no es nada bueno. Es como poner todos los huevos en la misma cesta. Y encima los bancos dando dinero a manos llenas.
-         Anda no seas pesimista. Nos encontramos en una era de bienestar. Cuando todo el mundo hace lo mismo, es porque es bueno. La gente vive mejor y más feliz. Hay trabajo por doquier y se está pagando lo que de verdad se debe de cobrar. Mira antes cuando cobrábamos a 4 euros la hora y ahora ya vamos por 6. Y toda la gente que ha entrado a trabajar aquí. Por mucho que me digas… esto no le veo el final.
-         Tu sigue pensando así y veras cuando explote todo. Hazme caso. Ya se están escuchando rumores de que en Estados Unidos, se están dando créditos hasta a gente sin trabajo.
-         Pero eso no puede ser, los bancos tienen controles para eso.
-         Tú no me hagas caso y veras. Cuando el rio suena…
-         Rinnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnng.- sonó el timbre de fin de jornada.
-         Nos vemos mañana en el polideportivo y echamos unas canastas.- me dijo Daniel, mientras que nos dirigíamos hacía el aparcamiento.
-         Mañana no puedo, voy a estar todo el fin de semana fuera. Les prometí a mis niños que iríamos a la montaña. Además tengo que ir a recoger el coche nuevo que me he comprado.
-         Anda, yo hablándote de que no malgastes el dinero y tú vas y te compras un coche nuevo, cuando el tuyo no tiene ni 6 años.
-         No me lo he comprado, se lo estoy pagando al banco y en cinco años, será de mi propiedad. Y encima me descuentan 3000 euros del precio final por entregar el mío.
-         Sigue así, me encanta ver lo feliz que vives la vida. Siempre pensando en positivo y no pensando más allá del día a día.
-         Hay que disfrutar lo que se pueda, que como se dice, la muerte nos llega tarde o temprano. Mientras que haya, hay que disfrutar y lo que pase mañana, ya se averiguara en su momento.- le dije mientras que me introducía en el coche.
-         Bueno, nos vemos el lunes a la misma hora y en el mismo lugar.- me dijo Daniel, arrancando su coche.
-         Como siempre. Dile a los demás que otro fin de semana jugaremos, pero que este es de mis niños.
-         Ok entonces, nos vemos.- me respondió Daniel, saliendo disparado con su coche.
Durante todo el trayecto a casa, fui dándole vueltas a todo lo que Daniel me dijo. La verdad es que todo estaba más caro y que los bancos daban muchas facilidades a la hora de comprar una vivienda.  Pero no entendía en que podría afectar el impago de alguna hipoteca o préstamo en América, a nuestra situación en España. No quise seguir pensando en eso. Tenía muchas cosas mejores en las que pensar: las vacaciones de navidad y la paga extra, los regalos de este año
para mi familia, la excursión a Sierra Nevada, mi coche nuevo… la vida no podía sonreírme más.  Continuara…

sábado, 1 de enero de 2011

La última cena

Como todos los años, el día de noche buena lo pasábamos en compañía de nuestros amigos. La costumbre era que cada año fuera en casa de uno, así que este, me a tocado a mí hacer de anfitrión. Todo estaba ya preparado: el jamón y el queso en su tabla, las aceitunas caseras,  los langostinos, las patas de cangrejo, la carne en salsa, las copas de helado para el postre, las doscientas clases diferentes de turrón y bombones…
Este año sería especial, vamos, que será mí año.
-Din-don.- Replicaba el timbre de mi puerta.
-Un momento.- les grite desde la cocina. Sabía perfectamente que eran mis amigos, pues los podía oír desde la calle.
-¡Abre Toni, que hace mucho frio aquí fuera!- me gritaban.
-Un segundo. Pasad, adelante todo el mundo, uno, dos tres, cuatro… doce, perfecto, habéis venido todos.
-Hombre, sabes que este año te toca a ti que te demos el sablazo.- me dijo Vicente.
-Pues pasad, sentaros y empezar a comer.-
Fue como ver a la marabunta devorar a una vaca en segundos. Mis amigos son todos tíos grandes y fuertes, así que hice comida como para un regimiento, pero por las hambres que gastan, yo diría que me dejaran limpia la nevera antes de los cuartos.
 Una vez ya todos habíamos comido, saqué lo que todos estaban esperando, las botellas de alcohol. Whisky, Ginebra, Ron, Vodka, y como novedad, un licor casero de elaboración propia.
Casi era ya media noche y la gente no paraba de beber y recordar todas las batallitas que habíamos vivido. Que sí te acuerdas de aquella tía que al final era un hombre. De cuando nos colamos en aquella boda y salimos muy borrachos, que si fiesta por aquí y fiesta por haya… todos las gamberradas y payasadas que se hacen cuando eres joven salieron en algún momento de la conversación.
-¡Escucharme un momento!-les grité.
-Esta noche y cómo novedad, en vez de comernos las aburridas uvas, he pensado que con un licor que yo e hecho, y en estas copas de plata las cuales tenía guardadas para esta ocasión, que con cada campanada le demos un sorbo a la copa. ¿Qué os parece?
A todo el mundo le pareció bien. Cuando de beber se trataba, no había cosa que gustara más a mis amigos. Así que repartí las copas de plata y las llené con mi licor especial.
-Venga, preparaos que ya suenan los cuartos. Una, dos, tres, cuatro… doce. ¡Feliz año nuevo!- les grité a mis amigos.
Ellos no pudieron responderme, pues al dar la última campanada, se paralizaron por completo, quietos, de pie, con las copas alzadas y los ojos atemorizados por aquella situación.
-Perdonad amigos míos, pues creo que os debo una explicación.
Aunque me veáis bien, tengo una enfermedad rara, la cual me matará dentro de un mes. Me he recorrido medio mundo para encontrar una cura. Cuando ya casi había perdido la esperanza, encontré la solución, un viejo conjuro. Se cree que pudo ser de los sumerios o de alguna tribu anterior a ellos, no lo sé, pero en realidad me da igual. La cosa es que funciona y eso caballeros, será lo que me salve la vida. Lo siento por vosotros enserio, me caéis todos de puta madre, pero mi vida es mi vida y le tengo mucho cariño. Ya que todos me estáis mirando con ojos de odio, os contaré como funciona. Lo primero que debéis saber, es que el licor os mantendrá paralizados durante un par de horas. Segundo, es que no viviréis tanto, pues el demonio que e invocado está apunto de llegar. El se alimentara de vosotros y a cambió, me dará vuestras vidas. ¡No es genial!, podré vivir doce vidas. Eso será más o menos unos 800 0 900 años más. Y tranquilos por vuestras vidas, unas vez que el ser os haya comido, desapareceréis de la memoria del mundo, o sea, que será como si nunca hubierais nacido. Mirad los que podáis, por ahí viene el demonio. Puahh, es repugnante, parece una araña mutada con algún otro insecto.
Ver aquel ser comer, casi me hizo perder el conocimiento. Entre los gritos, la sangre y las vísceras des perdigonadas por toda la sala, sin olvidar el tufo que echaba el demonio. La verdad es que fue un poquito desagradable. Pero funcionó. Después de todo, sigo vivo a los 250 años de edad y me conservo bastante bien. Lástima que el mundo se acabara y yo sea el único superviviente.