sábado, 4 de febrero de 2012

Bella Italia, de muerte

Como cada mes, y siempre que se podía, el señor Dober nos invitaba a una cena temática. Normalmente se realizaba el último fin de semana de cada mes, pues nuestro anfitrión podía librar de su trabajo y volver a su pueblo.  Ese fin de semana tocaba comida Italiana y como siempre, todos los amigos llevábamos un plato típico: boca pizzas, tallarines Al dentes  con varios tipos de salsa, pizzas caseras a la piedra, tartas y postres…sin olvidar las típicas bebidas como el Lambrusco o el digestivo limo chelo.
-Gracias señor Dober por todo. Cada mes son mejores estas fiestas. Y como siempre la organización a sido magnífica.- le dijo Toni.
-Muchas gracias tío.- le respondió el señor Dober, mientras que su rostro se tornaba algo más sonrojado.
-¡Hey, Dani! ¿Puedes traerte algo más de Lambrusco?-gritó una voz desde la sala de estar.
-¡Voy, Manuel!- le contestó Dani antes de llegar a la cocina.
Aquella noche Toni y el señor Dober se encontraban preparando los platos calientes en la cocina, mientras que José se encargaba de los postres.
-Señor Dober, ¿Dónde tienes las bebidas?-le preguntó Dani.
-En el armario, al lado del microondas.-
-No veas como beben los de la mesa, es la tercera botella, y todavía no hemos empezado ni a comer.-dijo José, mientras que desmoldaba  la Panna Cotta.
-Ya te digo, cuando llevemos la comida estarán todos borrachos.-le dijo Toni, esbozando una media sonrisa.
-Dani, diles a los de la mesa que esto ya está. José y Toni, coged la pasta y las salsas y vámonos para la sala. Las pizzas y los boca pizzas le quedan todavía unos 10 minutos en el horno.- les dijo el señor Dober, mientras cogía un par de botellas más de Lambrusco.
Entre risas y aplausos, los asistentes que se encontraban en la mesa, recibieron a los “cocinillas” cuando los vieron entrar con toda esa comida.
-¡Viva el señor Dober! ¡Y vivan esta fiestas!- gritaron algunos comensales.
-Gracias de todo corazón.- le contestó el señor Dober, mientras su rostro pasó de un tono rosado, a un rojo intenso.
Mientras que disfrutábamos de aquellos maravillosos tallarines bañados en una mejor salsa, nuestro anfitrión Dober, golpeó suavemente una copa de vino con un tenedor:
-Ding, ding, ding. Por favor, un minuto de silencio. Tengo que comunicaros dos noticias, una mala y otra buena.-
Todos los asistentes se quedaron inmediatamente cayados.
-Gracias por prestarme atención. Bueno como ya sabéis, llevo bastante tiempo buscando un nuevo destino, y por fin me lo han concedido, pasado mañana me voy para Japón. Lamentablemente me voy para no volver más.-
Todavía se hizo más silencio en aquella habitación. Parecía como si el mismo universo se hubiera sorprendido por aquella noticia, y como los demás, se hubiera sumado  al silencio.
-Y ahora la buena, mi compañía quiere que yo personalmente elija a mi equipo, bueno y como la mayoría de vosotros tenéis la titulación que mi empresa exige…ya sabéis, el que quiera se puede venir con migo. Y es más, he conseguido que todo el que venga, tenga: Alojamiento gratuito, gastos pagados por la empresa y  mirar que sueldo…-
El señor Dober nos enseñó un número escrito en el papel, el cual a primera vista, parecía un número de móvil.
-¡Joderrrrr!, ¿pero eso que es, yenes o euros?- le gritó Dani, mientras que intentaba no ahogarse con el Lambrusco.
- Pues euros. ¿Qué os parece la oferta?-
Todo el mundo se puso loco de contento. La alegría por la noticia, y seguramente también por el alcohol, hizo que todos los asistentes se pusieran de pie, y a coro, todos vitorearon el nombre del señor Dober.
-Ding- sonó la campana del horno.
-No os preocupéis, ya traigo yo las pizzas.- les dijo Toni.
Todos los amigos, se pusieron a hablar  de la suerte que tenían. Aunque casi todos tenían mujer o novia, no había nada que los atara a aquel pueblo. Ni niños ni hipoteca. Era la oportunidad de sus vidas.
-¿Pueden venir nuestras mujeres?- le preguntó José Francisco.
-Pues claro, además es obligatorio, pues para ellas también hay trabajo si lo quieren.-
Los gritos de júbilo llegaron a tal punto, que el señor Dober tuvo que pedir un poco de silencio, pues no eran ya horas de armar tanto jaleo.
-Aquí están las pizzas. Espero que os gusten, pues la e hecho con mucho cariño.- le dijo Toni, mientras que depositaba los platos en la mesa.
- Un brindis por el señor Dober. El amigo más grande que tenemos, y no sólo por lo alto que es…- gritó uno, mientras que los demás se partían el pecho de risa.
-Gracias, de verdad.  Pero sois vosotros los mejores amigos que se puedan tener.- les dijo el señor Dober, mientras alzaba la copa y dejaba caer una lágrima por su mejilla.
- Bueno, de todas maneras tenéis que confirmármelo mañana sin falta para reservar los billetes. Y ahora, comámonos estas pizzas que tienen muy buena pinta.-
-¡Guau, guau, guau, guau, guau, guau…!- ladraba la perra del señor Dober insistentemente.
-Babel, ¿Qué te pasa chiquita? Venga caya que no son horas de ponerte a ladrar.- le gritó el señor Dober a su cánido.
-¡Guau, guau, guau, guau, guau, guau…!- contestó la perra, incluso algo más fuerte.
- Tranquilo, señor Dober. Yo me encargo de ella. Seguramente es que el animalito se siente sola en esa habitación. Yo la calmaré.-
-Gracias Toni, ¿pero no vas a comerte una de tus magnificas pizzas?- le dijo el señor Dober, mientras que se metía un generoso trozo de pizza en la boca.
-Muchas gracias por lo de magnificas, pero es que estoy saturado, no puedo llevarme ni un bocado más a la boca.- le dijo Toni, mientras se levantaba de la mesa.
-¡Guau, guau, guau, guau, guau, guau…!- seguía insistiendo el animalito.
- No sé que puñetas le pasa a la perra, pero me está poniendo nervioso.- dijo el señor Dober.
-Tranquilo, ya veras como pronto se le pasa.- le dijo Toni, ya cerca de la habitación del perro.

Pasaban los minutos, y Toni había conseguido calmar a la perra. Ya no se escuchaba ni un sólo ruido…pero ni del animal, ni de la gente de la fiesta.
-Ya está, simplemente quería un poco de cariño. ¡Señor Dober, amigos…!-
-Ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja, Ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja, Ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja, Ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja, Ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja, Ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja.-
-¡Así que pensabais iros todos y dejarme en este miserable pueblo! ¡YO CREO QUE NO!- les gritó Toni desde el pasillo.
Todos los invitados se encontraban con la cabeza metida dentro de su plato. Era como si el ángel oscuro les hubiera les hubiera segado la vida al unísono.
-¿A que ahora ya no os parece tan buena idea lo de Japón? Heeeeeeeeeeeeeeee, que pasa, ¿os habéis quedado mudos…?- les decía Toni entre risas.
Aquella noticia de la perdida de sus amigos, y al ver que todos iban a triunfar en la vida menos él, hizo que Toni enloqueciera.
Mientras que Toni rompía todas las conexiones del gas, recibió una llamada a su móvil.
-Dime, cariño…no, ya mismo me voy de aquí…la fiesta…pues creo que está algo muerta…por cierto, el señor Dober me ha pedido que cuide de su perra mientras que él averigua su estancia en Japón, os va ha encantar a ti y a los niños. Se llama Babel y es muy cariñosa…ese ruido, pues es Dani tocando a modo de batería las tuberías de la calefacción, espera…Dani tío, que esas son las del gas…Bueno te cuelgo, ya mismo estoy allí, me despido de todos y me marcho ya.-
-Aquí os dejo amigos míos esta vela, como símbolo de nuestra amistad. A la, ¡HASTA LA VISTA!-
Y gritando esto último, dio un portazo y se marchó con su nueva mascota…   

Hay dos cosas en la vida, que hay que seguir a raja tabla. Si un perro ladra mucho, es porque sabe algo. Y si alguien os invita a comer, nunca comáis hasta que el cocinero coma primero.